Ansiedad
La importancia de aprender a dominar nuestra mente
Psic. Matias Paz
Psicólogo clínico, diplomatura en psicología del trabajo y las organizaciones, wellness corporativo, especialista en técnicas de meditación y terapia sonora con cuencos tibetanos.
Ansiedad
Palabra que se ha vuelto popular en nuestro vocabulario, que escuchamos a diario, entre nuestros conocidos, en las redes sociales o inclusive nosotros mismos decimos: “es que estoy ansioso”. Pero, ¿a qué nos referimos?
Ansiedad, del latín anxietas, se refiere a un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo. Éste concepto se confunde usualmente con los términos miedo, estrés o incluso con la angustia. Pero buscando la precisión podemos decir que, aunque parecidas, no son lo mismo. La ansiedad produce repercusiones a nivel cognitivo, emocional, biológico y social, afectando a más de 120.000.000 de personas en todo el mundo y esa cifra va en aumento.
Lo característico de la ansiedad es la anticipación de escenarios que crea tu mente, pero con la cualidad de que esos escenarios son catastróficos, peligrosos o generan temor, la ansiedad es anticiparse a situaciones futuras.
El punto más importante de todos es que tu cerebro no distingue entre un hecho real y uno que estás imaginando. Si lo piensas, generas una emoción que va acompañada de una respuesta fisiológica que pone a tu cuerpo en estado de alerta, es decir, que no tan sólo hablamos en el terreno de lo psicológico. Todo nuestro ser, nuestra biología y nuestra subjetividad se ve implicada en ello.
En una era en la que presenciamos constantes estímulos, nos urge todo y la pausa es vista como pérdida de tiempo. Ésta cultura nos educa para producir y no para sentir. Cuanto más sea la sensación de no poder lidiar con los pensamientos que atormentan la mente, cuanto más foco ponga en las situaciones que me resultan complicadas de resolver, cuanto menos escuche mi propia mente y cuerpo, los riesgos de tener síntomas de ansiedad aumentan.
Nos hemos visto obligados a frenar, a quedarnos en casa, a mirarnos y mirar lo que nos rodea. Tuvimos que repensar, tuvimos que reflexionar, tuvimos que volver a habitarnos.
Porque la clave está en saber que no somos únicamente nuestra mente, aprender a dominarla es fundamental, saber e indagar en qué hacemos y sentimos para enfocar mejor nuestra energía. Aquello a lo que damos nuestra atención se hace más presente y toma más fuerza.
Observar qué estamos interpretando de todo aquello que nos acontece por dentro y lo que nos acontece por fuera, nos creamos y nos relatamos ideas catastróficas en nuestras mentes, nos contamos historias donde nos decimos que perdemos, donde nos decimos que no podremos con tal o cual situación, nos aferramos una y mil veces a hechos, palabras o sentimientos que sabemos que ya caducaron o etapas que se cerraron en nuestras vidas pero que insistimos en perpetuar en nuestras mentes sin saber la potencia que tienen esas ideas en nuestras vidas.
La ansiedad es una manifestación más de que hay un exceso de pensamientos hacia algo que está por venir y que eso que viene es atemorizante. Lo que hacemos es enviar señales a nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestro sistema nervioso, de que tenemos que huir o luchar. Pero, ¿cuáles son los síntomas de ansiedad?
Algunos de esos síntomas son:
- preocupación excesiva o persistente
- nerviosismo y aparición de palpitaciones
- aumento del ritmo respiratorio
- tensión muscular general o focalizada
- insomnio o dificultades para dormir
- problemas estomacales o dolores de cabeza
- pérdida de control sobre los pensamientos
Pero entonces, en un mundo que todo nos lo pide de inmediato, donde todo es urgente y para hoy, ¿qué podemos hacer para prevenir o disminuir los efectos de la ansiedad?
- Practicar la meditación.
- Reconectar con actividades o hábitos que incrementan tu sensación de bienestar.
- Crear un rutina de autocuidado.
- Tomarnos aunque sea 15 minutos de descanso por la mañana, por la tarde y en la noche.
- Conectar con las personas que quieres, hablar de lo que te sucede con alguien de confianza, pedir ayuda.
- Elegir los pensamientos que queremos cultivar en nuestra mente.
- Realizar actividades que nos permitan descargar energía física.
- Disminuir la lectura de noticias que aparecen en nuestro celular o la tele y que incrementan el miedo o desesperanza en nosotros.
- Recuerda que no estás solo/a.
A la hora de meditar o tomarte una pausa te recomiendo un ejercicio sencillo:
- Hazte consciente de los pensamientos que estás teniendo
- Qué efectos percibo en mi cuerpo cuando pienso en esos pensamientos. Hazte consciente de tus sensaciones.
- Esos escenarios mentales son reales o son interpretaciones mías anticipándome a lo que puede ocurrir. ¿Es lo que está pasando o es lo que creo que puede pasar?
- Practico la observación, contemplo el pensamiento y lo dejo ir.
- Pienso: “elijo ver esta situación de una forma distinta”
Para finalizar te diría:
Todo te urge, ¿verdad? pero cuánto estás dispuesto/a a modificar hábitos, pensamientos, cuánto estás dispuesto a generar cambios significativos en tu vida.
¿Permites que tu mente te controle o tu a ella?
Pero recuerda que al comienzo de cualquier cambio, tu cerebro te dirá que vuelvas a lo conocido, porque ante un reto lo más fácil es volver al estado de confort. El punto es crear un diálogo interno (un conjunto de pensamientos) que sea más amable contigo, donde crees nuevas redes neuronales, que poco a poco se irá manifestando en tu vida material. Nunca dudes del poder de tu mente. Hazla tu aliada y no tu enemiga. Enfócate en tus recursos, en recordarlos o en crear nuevos.
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